Fútbol y política: una relación histórica

Cuando el balón también sirve para luchar, callar o gritar verdades

Introducción: el fútbol como espejo de la sociedad

Aunque muchos lo nieguen, el fútbol y la política siempre han estado entrelazados. En Chile y en el mundo, el deporte más popular ha sido utilizado como herramienta de propaganda, resistencia, cohesión social y hasta manipulación. Las canchas no están aisladas del contexto: reflejan las tensiones, luchas y esperanzas de la sociedad.

Este artículo recorre momentos clave donde el fútbol chileno y la política se cruzaron de forma evidente y, en ocasiones, determinante.

El Estadio Nacional y la dictadura

Uno de los episodios más emblemáticos fue el uso del Estadio Nacional como centro de detención tras el golpe de Estado de 1973. Durante semanas, el principal recinto deportivas del país se convirtió en un espacio de dolor y represión, mientras al exterior se seguía jugando fútbol.

La selección chilena debía enfrentar a la URSS por las clasificatorias al Mundial de Alemania 74, pero el equipo soviético se negó a jugar en un estadio utilizado como campo de prisioneros. Finalmente, Chile jugó “sola”, en un partido simbólico sin rival, con el gobierno militar transmitiendo imágenes que buscaban normalizar la situación.

Clubes como bandera política

En distintas etapas de la historia, los clubes han representado más que solo colores. Colo-Colo, por ejemplo, ha sido asociado tradicionalmente a los sectores populares y la identidad obrera. Universidad de Chile, en cambio, representa a la academia, a los movimientos sociales y universitarios. Incluso Palestino, con su camiseta que recuerda el mapa de Palestina, ha hecho del fútbol un medio de expresión internacional.

Estas identidades no son casuales: se construyen a través del tiempo, con las historias de sus hinchas, sus dirigentes y los contextos que los rodean.

Las protestas sociales y el rol del hincha

Durante el Estallido Social de 2019, las barras bravas y grupos de hinchas tuvieron un rol activo en las manifestaciones. Desde lienzos en los estadios hasta la formación de “hinchadas antifascistas”, el fútbol fue parte del proceso político y social del país.

Las organizaciones deportivas, en muchos casos, optaron por suspender partidos por seguridad, pero también como gesto de respeto. El mensaje era claro: el fútbol no podía ser ajeno a la realidad.

El riesgo de la instrumentalización

Aunque el fútbol puede ser una herramienta poderosa para visibilizar causas justas, también ha sido usado para desviar la atención pública o legitimar gobiernos. En varias ocasiones, los éxitos deportivos han sido explotados para ganar popularidad o silenciar reclamos.

Por eso, es vital mantener una visión crítica y proteger la autonomía del deporte. Las instituciones deportivas deben ser espacios inclusivos, no plataformas de poder.

Conclusión: política y fútbol, un binomio inseparable

Negar la relación entre fútbol y política es ignorar la historia. Desde los estadios hasta los barrios, desde la camiseta hasta el discurso, el balón ha sido un símbolo de lucha, resistencia y poder. Comprender esta relación nos ayuda a ver el fútbol no solo como un juego, sino como un escenario donde se juega también el alma de una nación.